¿Por qué Guardiola es tan prudente?





El halago te hace más débil. Por eso es efímero el éxito. Pep Guardiola lo sabe porque ha estado a ambos lados de esa delgada línea que separa la derrota de la victoria. "Algún día, esto, como todo, se acabará", afirma. Al menos seis partidos de su vida como futbolista se lo enseñaron, seis noches que dejaron en su recuerdo la impronta imborrable que deja el fracaso o su amenaza.
BARCELONA 0-0 STEAUA DE BUCAREST (7/05/1986)
Tenía 15 años. Jugar en el Barcelona era un sueño en trámite. El adoleceste Guardiola acudía al Camp Nou con cierta regularidad para actuar como recogepelotas y aprender arrimado al fútbol profesional. El Göteborg se había presentado como un escollo complicado en las semifinales. Ganó 3-0 en la ida y convirtió la vuelta en casi un imposible. Pero el Barça remontó y aquel imberbe canterano no pudo reprimir la emoción y saltó al campo a celebrarlo con sus ídolos. La final de Sevilla ante el Steaua no pudo vivirla tan cerca. Su equipo perdió en los penaltis incapaz de marcar ninguno. Fue una noche que alimentó con amargura la extinta leyenda de que nunca sería campeón de Europa.
ESPAÑA 3-2 POLONIA (8/08/1992)
España partía como favorita ante Polonia. Por el camino había superado a Italia -cuartos- y a Ghana -semifinales-, que pasaba por ser el rival más temido del torneo. Después de todo, los polacos parecían poca cosa. El Camp Nou se llenó para el evento más esperado de los Juegos Olímpicos. Guardiola manejaba el centro del campo de un equipo repleto de promesas que con el tiempo colmó las expectativas. La selección dominó sin convencer. Vio la final perdida y ganada a la vez. Kiko ultimó a los polacos en los minutos finales con un gol que demostró que para alcanzar la suerte hay que perseguirla.
BARCELONA 2-3 CSKA DE MOSCÚ (4/11/1992)
El Barcelona defendía ante los rusos la primera Copa de Europa de su historia. El Dream Team de Johan Cruyff era favorito para revalidar el título. Su juego enamoraba. La ida finalizó con un empate a uno que hacía presagiar un paseo azulgrana en el segundo partido. Así fue durante poco más de media hora. Nadal y Beguiristain pusieron en clara ventaja al Barça. El CSKA dio la vuelta al partido con goles de BushmanovMashkarin yKarsakov, algunos de los nombres de una excelente generación en la que también figuraban MalivkovKaleshinikov Faizulin como si de una lista de jugadores anónimos se tratara. El Camp Nou vivió uno de los días más tristes que recuerda.
ATLÉTICO DE MADRID 4-3 BARCELONA (30/10/1993)
Romario había llegado para reforzar una plantilla sobresaliente. El oportunismo y la factura de sus goles atrajeron el foco de la afición sobre un brasileño que se presentó en pocos meses como un delantero genial. En el Vicente Calderón fulminó al Atlético en Liga con 45 minutos inolvidables. El 0-3 del descanso bajó los brazos del Barça y despertó el coraje atlético. KoseckiPedro yCaminero encarnaron los arrestos de un grupo que se rebeló a su propia desgracia.
BARCELONA 0-4 MILAN (18/05/1994)
Iba a ser el triunfo del fútbol. Lo aseguró Cruyff en la víspera de la final de la Copa de Europa de 1994. Fue una cura de humildad. El Milan aparecía en el cartel casi como pretexto para dar mayor gloria al triunfo azulgrana. El equipo de ensueño se convirtió en ruina en el Olímpico de AtenasFabio Capello ofreció una lección táctica y anuló por completo el juego de toque del Barcelona. La primera ventaja la ofreció el propioCruyff. Muchos analistas apuntaron que la final se perdió en el instante que el holandés decidió dejar aLaudrup en la grada. El resto del trabajo lo hicieron MassaroSavicevic y un gran Desailly.
BARCELONA 0-4 DINAMO DE KIEV (5/11/1997)
El Barcelona de Louis Van Gaal tenía por delante la obligación de ganar para no quedar fuera de la Champions League a dos jornadas vista del final de la liguilla previa. El fin de semana anterior se había saldado con una victoria en el Clásico. Las cosas marchaban bien, pero un joven de 21 años se encargó de explicarle al barcelonismo que para aspirar al máximo hace falta algo más que brillar en casa. Shevchenko se presentó al continente con un hat trick histórico. Guardiola padeció aquella noche fuera del equipo. Estaba lesionado. Vio impotente como su equipo cayó ridiculizado. En el banquillo sufrió un chaval de la cantera que debutaba en una convocatoria y recibió también aquella derrota como una gran lección. Ya era melenudo y se llama Puyol.
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